lunes, 21 de abril de 2008

Un balón desde el anonimato


Me parece que, durante las sucesivas publicaciones de este blog he tratado de expresar mi posición acerca de que el fútbol es un deporte nacido del sentimiento, de las habilidades, de los sueños y de las proezas de sus jugadores. Siempre ha sido así, desde su invención hasta la actualidad.

No obstante, desde hace algunas décadas se ha llevado a cabo lo que se podría llamar una ‘profesionalización del fútbol’. Este fenómeno trajo consigo reglas más estrictas, públicos a quienes obligatoriamente contentar. Ya no era solamente el hecho de jugar un partido por tu equipo por diversión: debes ganar, alegrar a la tribuna, que paguen entradas, que compren camisetas, que aumenten los ingresos para comprar nuevos jugadores para ganar campeonatos que también aumentarán los ingresos. No quiero decidir por mi mismo si este fenómeno ha sido beneficioso o no para el deporte rey pero personalmente, si bien estoy estudiando Administración y me parece interesante el tema, opino que hay cosas y sentimientos en el mundo que el dinero no debe excesivamente corromper.

Y es que es ahora el dinero el que mueve los hilos del fútbol. Cada vez más equipos son transformados en sociedades anónimas las cuales están obligadas a generar utilidades monetarias para beneficio de los accionistas y eso un fenómeno mundial. En el caso peruano, la mayoría de los clubes son aún sociedades pertenecientes a sus asociados dentro de las cuales los dirigentes tienen un campo de acción ilimitado sin obligación de responder con su patrimonio personal a las contingencias financieras o legales que puedan acarrear. Es en este donde me pregunto (y ya varios se han preguntado antes) ¿será conveniente que los clubes peruanos se conviertan en su totalidad en sociedades anónimas?

A diferencia de las estructuras actuales del fútbol nacional, en las sociedades anónimas sí están obligados a responder con su patrimonio ante las deudas impagables de la empresa. En otras palabras: si se van a meter con tu plata no vas a querer joder al club y pensarás antes de realizar gastos innecesarios; uno de los problemas más fuertes, financieramente hablando, de nuestro balompié. Asimismo, dicha utilización eficiente de recursos traerá consigo un aumento del nivel futbolístico a nivel nacional e internacional, un ámbito que nos ha sido esquivo desde siempre. Para muestra un botón: el fútbol mexicano hace algún tiempo tomó esta iniciativa la cual trajo consigo un aumento de la competitividad internacional.

Si bien es un corto esbozo, lo que se busca con este artículo es, como siempre en este blog, proponer soluciones para el fútbol nacional. La posible transformación de sociedades de clubes en sociedades anónimas es un tema que debe tomarse con pinzas pues lamentablemente ya no es el fútbol jugando para el fútbol sino en parte para el dinero, pero es un tema que sería sacrificable en pos de una mejor utilización de recursos. Como siempre, lo que expreso puede ser totalmente refutable por lo que espero comentarios de parte suya así como una pequeña participación en la encuesta que se ha abierto en el blog.

Gracias por leer.


lunes, 7 de abril de 2008

En los minutos finales..

Un relato sobre el fútbol, la vida y esos momentos decisivos.

El partido dura 90 minutos, 90 minutos del deporte más hermoso del mundo, 90 minutos para vivirlos apresuradamente en busca de un objetivo (jugar bien, ganar, empatar, que sé yo). Pero esta es la historia de los diez minutos finales. Estás cansado, vas perdiendo 1-0 y es el último partido de Liga o, mejor (peor) aún: una final de campeonato. Sin embargo, estás cansado y lo lógico sería descansar y tocar el balón lentamente en busca del arco, ¿pero quien ha dicho que en el fútbol funciona la lógica?

Vas. Buscas desequilibrar, ya no tienes piernas, ya no tienes físico, tienes al público arengando por el rival, el reloj en tu contra; es en estos momentos en los que se nota el amor al fútbol y que en verdad crees en su principal postulado: el fútbol no tiene lógica y tú lo sabes. Tu cabeza llena de pensamientos, de ilusiones unas muy ambiciosas y otras realistas pero que ayudan a nunca abandonar la esperanza.

Sigues, pasas la mitad del campo y no sientes los pies. Sientes una pierna en tu tobillo y caes. Foul, te duele, en el tobillo y en el alma, pero te levantas y cobras la falta rápido. Un pase a tu compañero en busca del milagro. Te vio adelante y te devuelve el balón y disparas al arco. Se va fuera.

El arquero rival demora en el saque de meta porque simplemente ya asumió el resultado, van a ganar, así lo han decidido y tiene en sus manos el poder estar un par de segundos más cerca de la gloria. El público, tus piernas, el rival te dicen que no es necesario tanto esfuerzo pero poco te importa. El despeje del portero cae a tus pies y una pierna rival te traba, foul táctico le dicen. Ahí, en un soplo de genialidad, das un pase de 35 metros hacia tu compañero que dispara potente al arco y rebota en el arquero.

El último saque de esquina del partido y subes a meterla como sea, suben tus defensas y sube tu arquero como civiles abandonando hogares para ir a la guerra. Mil cabezazos en el área terminan con la pelota en poder de tu rival y, tras ser la pelota reventada a medio campo, te asesinan tres balas de plata que sonaron a pitazos finales.

Terminó. Tanto esfuerzo para nada. Sales del campo, todos te aplauden por dar lo mejor de ti, por haberte jugado un partidazo. Ilusos, ¿creen que por haber dado todo uno se siente bien? Tienes derecho a una medalla de plata que nada vale comparada con el oro y no quieres recibir. Lo que quieres es llorar y lo haces e intentas, sin éxito, secarte con tu camiseta sudada. Te vas a las duchas y te marchas. Larga vida al ganador.

¿Y que tiene que ver todo esto con la vida? Yo creo que si lo entiendo, y quizás me entiendan aquellos quienes han tenido, en sus vidas, diez minutos finales en los cuales buscaron desafiar, con o sin éxito, la lógica de lo que parecía inminente. Es difícil, lo sé, pero siempre es bueno intentarlo.

Gracias por leer.