viernes, 11 de marzo de 2011

Breve crónica de una "realidad"

Hoy es viernes, día de juerga obligada para muchos y es justamente la palabra “juerga” la palabra clave de este post. A decir verdad, éste será un post harto variado con temas futbolísticos, sociales y hasta electoreros pensados camino a la chamba. Si me sale bien la mezcla podré decir que ha sido un día productivo. Y si no, pues no. Ahí va.

Ya había previamente comentado el tema de la juerga de los seleccionados en Panamá y ya la habíamos todos guardado en el baúl de las resacas. Farfán y Manco habían sido lapidados tanto por la opinión pública nacional como por el Mago Markarián. Todo iba tranquilo hasta esta semana en la que dos golazos en la Champions de un Farfán que pide perdón a gritos y un secuestro fingido post borrachera de la otrora promesa (nunca realidad) de nuestro fútbol, Reimond Manco, le servirán a la prensa deportiva peruviana competir palmo a palmo con los otros diarios que muestran titulares de un devastado Japón.

No redundaremos en razones explicando el porqué de la actitud de Manco, vamos al núcleo del asunto ¿qué hace que se comporten algunas veces genialmente y algunas otras pésimamente? Me hubiera gustado citar un artículo escrito por Constantino Carvallo* leído en una revista que no conservé y cuyo nombre no recuerdo, por lo que apelaré a mi memoria: En dicha publicación, Carvallo hacía alusión a su iniciativa de educar a ciertos canteranos del Club Alianza Lima en su colegio, los Reyes Rojos, y comentaba la gran dificultad de lograr su maduración si es que todo lo aprendido en el colegio durante el día, tanto en valores como en conocimiento, no era profundizado en el hogar durante la tarde y la noche y como actitudes aprendidas en su entorno ocasionaban que más de una vez se metieran en problemas en el colegio.

Es así que el crecimiento como futbolista profesional, una carrera propensa a nublar la mente del jugador con sueldos altos, flashes de cámara constantes y elogios de ayayeros varios, depende del entorno personal del jugador en un alto porcentaje. Cabe mencionar que algo que se ha visto en la presente campaña electoral presidencial son un sinfín de promesas para el deporte y la juventud y su desarrollo y, como aficionado del fútbol, me gustaría saber el cómo antes que el qué; no soy ningún educador ni mucho menos pero oír planes de acción al respecto no nos haría daño.

Continuando con el caso de Manco, ¿es el chico un caso perdido? No lo sé, sinceramente espero que, a pesar de la constante indisciplina y mitomanía, no engrose la lista de futbolistas con talento desperdiciado en la cual se encuentran Adriano, Paul Gascoigne, Edmundo, y un largo etcétera; pero creo que lo que personalmente me causa más desazón es pensar que yo, de tener ese talento con la pelota, no pararía hasta sacar campeón de todo a mi querido Alianza Lima.

¿Y Farfán? Tiene todo para ser un crack, hasta la vida nocturna. Sin embargo, muy dentro de mi tengo la ligera esperanza de que el rígido sistema social alemán ayude en algo a Jefferson, que se reconcilie con el gol y todo vendrá por sí sólo. Y pensar en lo que algunos daríamos por vestir la blanquirroja. En fin, eso sólo queda en ellos (y en sus impredecibles entornos personales) el lograrlo.


*( 2008, educador, dirigente encargado de velar por la Comisión de Divisiones Menores de Alianza Lima)

1 comentario:

Dieter Cruzado Mendoza dijo...

Me parece que la prensa peruana es peor que el vendedor de sebo de culebra.

Yo, que he tratado de trabajar en prensa considero que no hay peor molestia que el que representa una persona diciéndote qué hacer cuando ya tienes una línea firme.

Primero piden que se vaya Farfán y luego, cuando ven que markarián es consecuente, le piden que lo perdone por un par de goles.

Por eso el nivel de la prensa deportiva, salvo contadas excepciones (léase Morosini), es más semejante al de la revista de Magaly Medina que a - sin irnos muy lejos - diarios sin tendencias políticas tan marcadas (no hay prensa objetiva).

Saludos y sigue escribiendo.